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    ‘Lansky’ Review: A Mobster Burnishes His Legacy

    Harvey Keitel stars as the underworld financial wizard in this dramatization.The best thing in “Lansky” is Harvey Keitel’s turn as the gangster Meyer Lansky. Eager to change the popular perception of his career, and dying of lung cancer, he agrees to tell his story to a writer in 1981.The way Keitel plays Lansky makes it difficult to distinguish cordiality from coldbloodedness. In a delicatessen on his home turf in Miami, Lansky orders tongue sandwiches and quickly lays out the rules for the writer, a fictional character called David Stone (Sam Worthington): He can’t use a recorder. Everything is off the record unless he is told otherwise. And making clear that he knows all about the writer’s life and family, Lansky warns Stone that if he violates their agreement, “there will be consequences.”The heart of this movie, directed by Eytan Rockaway, is the relationship between the writer and his subject. So it’s dismaying when “Lansky” turns out to include flashbacks, with John Magaro (“First Cow”) playing a much flatter version of the mobster as a young man.In his obituary, Lansky, who died in 1983, is described as the “reputed financial genius of the underworld,” with his fingers presumed to be in bootlegging, gambling in Cuba and other rackets.The gangland clichés can be cringe-worthy at times, particularly when the film emphasizes Lansky’s Jewish background. “If you need any weapons or ammunition, you let me know,” he says after slipping cash to an emissary for the future state of Israel. And no one should ever again score a montage of killings to “Hava Nagila,” as Rockaway does at another moment.The 1981 scenes without Keitel are similarly useless. F.B.I. agents search for hidden money. Minka Kelly plays a guest at Stone’s motel with obvious ulterior motives. And the ending, in which Stone ponders what he learned from Lansky — “We measure ourselves through the eyes of the ones we love” — is a baffling detour into soppiness. Like “Bugsy” (1991), “Lansky” concludes with bizarrely upbeat onscreen text noting the positive economic impacts of the gambling industry.LanskyRated R. It’s not personal; it’s only business. Running time: 1 hour 59 minutes. In theaters and available to rent or buy on Google Play, FandangoNow and other streaming platforms and pay TV operators. More

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    ‘Werewolves Within’ Review: Small-Town Chaos

    Ideological disagreements sever a hamlet in this breakneck horror comedy. Also, there is probably a werewolf.Horror villains have always shouldered a lot of cultural baggage, but there have been attempts to reclaim monstrosity on film, particularly in the last few decades of low-budget cinema. “Ginger Snaps” famously linked lycanthropy and menstruation, “Raw” turned carnal desire into cannibalism and “A Girl Walks Home Alone at Night” offered a female vampire vigilante. “Werewolves Within,” a horror comedy from the director Josh Ruben, comes so close to operating on this level — before it makes a beeline for the status quo.The film, written by Mishna Wolff and based very loosely on the video game of the same name, unfolds in the northeastern hamlet of Beaverfield, home to scores of maple trees and nine cartoonish citizens. With Midland Gas promising residents a huge payoff — but only if all of them make way for a pipeline — tensions are high. Enter Finn Wheeler (Sam Richardson), a park ranger assigned to oversee Midland’s efforts. Finn is a chronic pushover, but Beaverfield’s insanity quickly puts his patience to the test. Especially after the killings start.“Werewolves Within” darts between sharp visual gags, intricately choreographed scenes and a few standout performances, but its climax lands with a thud. The film’s ultimate villain is not human depravity, as the title suggests. It is a lazily-drawn scapegoat covered in fur. “Werewolves Within” could interrogate sexism, classism or America’s increasingly divided politics, among other things. Instead, this overstuffed script drips with blink-and-you’ll-miss-them jokes that lampoon everything and challenge nothing, least of all monstrosity itself.Werewolves WithinRated R for rude language and light dismemberment. Running time: 1 hour 37 minutes. In theaters. More

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    ‘Stoker,’ ‘Synchronic’ and More Hidden Streaming Gems

    Keep your home viewing interesting with these options off the beaten path.This month, tucked away in the quiet corners of your subscription streaming services, you’ll find a trio of modest sci-fi indies, a handful of powerful character dramas, a smart and savvy rom-com, and a pair of thoughtful documentaries on entertainment figures of both the mainstream and the fringe. More

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    ‘In the Heights’ y el colorismo: lo que se pierde cuando se borra a los afrolatinos

    La película, ambientada en un barrio neoyorquino conocido como la Pequeña República Dominicana, no incluyó a latinos de piel oscura en los papeles principales. Críticos y reporteros del Times analizan cómo repercute esa ausencia.In the Heights, la muy postergada adaptación de Hollywood del musical de Broadway, se presentó como un avance para la representación latina en Hollywood, pero ha suscitado una conversación sobre el colorismo y el reparto de la película.El barrio neoyorquino en el que se desarrolla la historia, Washington Heights, es predominantemente afrodominicano. En una entrevista, Felice León, productora de video para The Root, le preguntó a Jon M. Chu, el director, y a algunas de las estrellas sobre la falta de protagonistas de piel oscura en la película: “Como mujer negra de ascendencia cubana, específicamente de la ciudad de Nueva York”, le dijo, “sería negligente por mi parte no reconocer el hecho de que la mayoría de sus actores principales son personas latinas de piel clara o blanca”. Chu dijo que se trataba de una conversación pendiente y de algo sobre lo que necesitaba educarse. Al final, dijo, trataron “de conseguir a la gente que era mejor para esos papeles”.Lin-Manuel Miranda, integrante del equipo creativo de la película, que incluye a la escritora Quiara Alegría Hudes, abordó las críticas la semana pasada en un comunicado en Twitter. Se disculpó por quedarse corto al “intentar pintar un mosaico de esta comunidad”. Varios latinos destacados salieron en defensa de Miranda, incluida la pionera actriz latina Rita Moreno, que más tarde se retractó de sus comentarios. No es la primera vez que Chu tiene que responder a cuestionamientos de identidad. Su éxito de taquilla Crazy Rich Asians también tuvo que enfrentarse a cuestiones similares en lo que respecta al elenco de asiáticos y asiáticoestadounidenses en la película. (El actor principal de esa película, Henry Golding, es birracial).Pedí a cinco críticos y reporteros del Times que opinaran sobre las críticas y lo que significa para la representación en las artes. Estos son extractos editados de la conversación. MAIRA GARCIAEl equipo creativo de la película, en el que participan Jon M. Chu, a la izquierda, y Lin-Manuel Miranda, enfrenta acusaciones de colorismo.Macall Polay/Warner Bros.Mi primera ida al cine desde que comenzó la pandemia, como la de muchas personas, fue para ver In the Heights en la gran pantalla. Fue un momento de gozo, después de un año lleno de cosas sin alegría. Era emocionante ver cuerpos morenos cantando y bailando en la ciudad que ha sido mi hogar durante casi una década.Durante mucho tiempo ha habido una falta de representación latina en Hollywood, e In the Heights pretendía ser un avance para rectificar. Sin embargo, la entrevista de León planteó importantes cuestiones sobre el colorismo en el reparto de la película, que se centra en un barrio que tiene una gran población afrolatina. ¿Hizo el equipo creativo lo suficiente en lo que respecta a la representación?CONCEPCIÓN DE LEÓN En mi opinión, no. Desde que salió el tráiler me preocupaba el tema del colorismo en la película. Aparte de Leslie Grace, la actriz dominicanoestadounidense que interpreta a Nina, una estudiante universitaria puertorriqueña que tiene dificultades para encajar en la comunidad de la Universidad de Stanford, ninguno de los papeles principales lo interpreta un afrolatino. Hollywood lleva mucho tiempo valorando y destacando a los latinos de piel clara por encima de los afrolatinos, negándoles a menudo papeles que reflejan su cultura. Es una representación limitada e inexacta de los latinos, que son diversos en cultura y aspecto.Pero lo que hace que estas decisiones de reparto sean especialmente indignantes es que la película está ambientada en Heights, una zona que se conoce como la Pequeña República Dominicana. Al menos el 90 por ciento de los dominicanos somos afrodescendientes, según un reciente estudio de población. Entonces, ¿por qué no aparecemos de forma destacada? En cuanto a lo que el equipo podría haber hecho de forma distinta, parece sencillo. Podrían haber contratado a más actores negros y latinos, no para llenar una cuota de diversidad, sino porque eso habría reflejado la realidad del barrio. O, al menos, podrían haber sido más claros y decir que esta película no pretendía representarlos.SANDRA E. GARCIA Los dominicanos son afrodescendientes, son un pueblo negro y no vi que eso se representara. Los latinos que vi eran del tipo que Hollywood siempre ha favorecido: latinos que se parecen a Jennifer López y Sofía Vergara. Los latinos como yo, en los que no hay ambigüedad sobre su negritud, los que llevan su negritud en la cara, apenas pasan el corte en alguna producción, ya sea de Hollywood o de Univisión. Hay una razón por la que mi madre sabe los nombres de todos los presentadores de noticias de piel oscura en Telemundo y es porque es raro verlos en los reflectores. In the Heights continúa con el gaslighting o manipulación que los negros latinos han soportado desde que tengo memoria. Tenemos una cultura hermosa, tenemos una música es hermosa, pero no somos lo suficientemente dignos para que se nos destaque junto con ellas. Todo lo que creamos, como el salchichón y el mangú que se muestran en la película, o el merengue y la bachata, son dignos de celebración, pero nosotros no.Varias banderas aparecen en la escena del ‘Carnaval del Barrio’, pero no muchos rostros negros.Warner Bros.MAYA PHILLIPS Debo reconocer que no lo noté al principio; mis ojos estaban demasiado encandilados por la felicidad de ver un gran y brillante musical en una pantalla grande. Pero sí empecé a notar la ausencia: por ejemplo, en el número del Carnaval del Barrio (que está muy bien coreografiado, por cierto), hay una parte en la que la cámara se desplaza para mostrar a diferentes grupos de residentes que llevan varias banderas, y me di cuenta de la falta de rostros negros. Y Benny me llamó la atención porque aparentemente era el único personaje de piel oscura ¡en todo el barrio! A veces, mi madre y yo vemos una película o una obra de teatro, o simplemente estamos en algún lugar del mundo y jugamos a un juego llamado “Encuentra a los negros”, como “¿Dónde está Waldo?”, pero menos divertido, ja. Parece que muchas artes y reuniones públicas hacen como si los negros no existieran.Me pasa lo mismo, Maya. Soy una gran aficionada a los musicales y a la música latina, así que creo esto en parte nubla la realidad de este barrio: que es predominantemente afrolatino y que la falta de rostros negros se ha convertido en una omisión más flagrante.ISABELIA HERRERA He visto justificaciones que dicen que In the Heights no es un documental y no pretende representar al verdadero barrio dominicano de Washington Heights sino que se trata de un barrio latino de fantasía. Claro que entendemos que se trata de un musical, una historia con elementos surrealistas y fantásticos. Incluso si aceptamos la opinión de que una fantasía no tiene que ser representativa, ese argumento supone que de todos modos, los latinos negros no pertenecen a estos mundos imaginarios. Al mismo tiempo, el director, los actores y los productores han utilizado el lenguaje de la celebración comunitaria y la historia cultural del barrio real de Washington Heights para comercializar la película. Esto parece una contradicción, y una que para mí resulta muy reveladora.¿Qué significa el colorismo en la comunidad latina y cuáles son las formas en que se manifiesta? ¿Qué perdemos al no tener un amplio espectro de representación en las artes?DE LEÓN El colorismo en la comunidad latina se manifiesta de forma parecida a como sucede en la comunidad negra estadounidense: cuanto más clara es tu piel, más hermosa y deseable se te percibe. Mi complexión era siempre un tema de conversación cuando era niña, y a mis primas que son más oscuras que yo les iba peor, a menudo ridiculizadas con palabras denigrantes como “mona”, que están normalizadas pero tienen un trasfondo racista.En República Dominicana y en otros lugares existe el concepto de “mejorar la raza” al salir con blancos, para blanquear el linaje. Es una noción que tiene sus raíces en la colonización, cuando España implantó un sistema de castas en la isla de La Española, que la República Dominicana comparte con Haití, donde se situaba a las personas de ascendencia europea o mestiza más arriba en la escala social y se les permitía más oportunidades de progreso. Aunque este sistema ya no existe, todavía hay rastros de él en la forma en que se ve y se trata a los latinos negros. Son más pobres y tienen menos acceso a educación de calidad, vivienda o salud que los latinos de piel clara. Al borrarlos en la pantalla, estamos perpetuando este daño y fomentando la narrativa de que solo lo blanco es adecuado.En mi familia (soy mexicanoestadounidense), soy de piel más oscura que algunos de mis parientes y eso me ganó el apodo de “Prieta”. Tengo hermanos y primos que son más blancos que yo, incluso que pasan por blancos. Aunque algunos podrían considerar que palabras como prieta son términos cariñosos, también pueden ser muy perjudiciales, ya que transmiten una diferencia: no eres la norma, es decir, blanco.GARCIA Como alguien que ha existido como latina de piel negra toda la vida, el colorismo está en todas partes en la Latinidad, un término académico que dice que los latinos comparten hilos comunes de identidad. Las cicatrices de la colonización y de un dictador que se ponía polvos en la piel para parecer más claro siguen siendo visibles en la cultura dominicana. Para la gente como yo, esas cicatrices todavía se viven de forma muy visceral. Creo que los dominicanos están despertando a una negritud que se les ha enseñado a evitar, y creo que ahora más que nunca hay más espacio para los dominicanos de piel oscura. Dicho esto, el statu quo es que los latinos de piel más clara son mejores y mucha gente no está dispuesta a renunciar a eso, por la razón que sea.A.O. SCOTT Ese parece ser el caso de gran parte del cine y la televisión latinoamericanos. Es raro ver protagonistas negros o indígenas en las películas del Caribe o de Brasil, y más raro aún encontrar directores de esos orígenes.PHILLIPS Creo que todo esto refleja la visión terriblemente estrecha que tiene nuestra sociedad de la representación racial, que una persona latina debe tener un aspecto muy específico y una persona negra debe tener un aspecto muy específico, y que esas identidades no pueden cruzarse. Es como si existiera miedo a que tener ese amplio espectro de representación pueda ser confuso.Leslie Grace, a la derecha, es la única afrolatina entre los protagonistas de “In the Heights”, entre los que se encuentra Gregory Diaz IV como un ‘dreamer’.Warner Bros.La película no contaba con grandes estrellas en los papeles principales porque el equipo creativo quería arriesgarse con nuevos talentos. Parece que podría haber sido la oportunidad perfecta para evitar los problemas de colorismo. Chu dijo que seleccionaron a los mejores actores para los papeles. ¿Qué le pareció su respuesta? More

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    ‘Siberia’ Review: Beast of the Northern Wilds

    Abel Ferrara’s latest psychodrama sends an ever-intense Willem Dafoe into the Arctic wilderness on a visionary reckoning with his memories and sense of self.Everybody’s got a plan until a bear wallops them. That happens to Clint (Willem Dafoe) in “Siberia,” Abel Ferrara’s latest psychodrama, which is equally set in the snowy Arctic wilds and the desolate reaches of an unquiet mind. This bracingly pure dream journey starts with Clint as a frontier bartender in a cabin, serving the odd hunter or babushka, and follows him on a dog-driven sled chase through memories and visions.The bear attack comes in an unforgettable smash cut, shattering Clint’s apparent plan to hide from the world. But unlike Ferrara’s most infamous creations — the bad lieutenants, the kings of New York—Clint’s transgressions don’t seem to be spectacular. That doesn’t stop him from ruminations and self-pity — over past relationships, an Eisenhower-era father (also played by Dafoe), or losing touch with a sense of soul. (Not to mention living with the world’s legacy of atrocity, which Ferrara invokes briefly and nightmarishly.) Also: mystics!Dafoe, a close collaborator with Ferrara, brings the intensity and nakedness (not just physical) necessary for the film’s trip. I can’t think of other actors at his level who could keep a sense of true north in a nonlinear story like this, from bear scene to sex scene to earnest confrontations, amid quotations from St. Augustine and Nietzsche.Visually, Ferrara sends him on eerie flights through day-for-night wilderness and into vertiginous caverns and sanctums (haunted by wistful musical motifs composed by Joe Delia). The film (co-written by Ferrara and Christ Zois) ends enigmatically, as dreams do. That refusal to stage an orderly conclusion or redemption might be the boldest thing about the movie.SiberiaRated R for the stuff that (some) dreams are made of, such as strong sexual content and disturbing violence. Running time: 1 hour 32 minutes. In theaters and available to rent or buy on Apple TV, Google Play and other streaming platforms and pay TV operators. More

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    ‘Jagame Thandhiram’ Review: Scheme, Slaughter, Repeat

    A Tamil gangster gets recruited to work for a British tycoon in this bloody crime drama.An intrepid gangster maneuvers between rival crime lords in the glossy drama “Jagame Thandhiram.” The movie (on Netflix) follows Suruli (Dhanush), whose merciless killing sprees earn him an invitation to serve under a wealthy British megalomaniac. Seduced by a big payday in pounds, Suruli uproots his life from Madurai to London and assures his new boss, Peter (James Cosmo), that no task is too vile.Gore abounds, but the methods of violence vary flamboyantly. We see men and one woman killed by guns, slashing, a car explosion and a shovel to the head — all within the first 15 minutes. The story grows more compelling when Suruli learns that his London assignments will center on Peter’s foe, the Tamil crime lord Sivadoss (Joju George). Simultaneously, Suruli’s developing romance with the local singer Attilla (Aishwarya Lekshmi) helps to balance out the endless shootouts.The director Karthik Subbaraj, who also wrote the screenplay, elevates the usual crime antics by drawing attention to language, and how it can be used as a weapon or a unifier. Suruli and Peter rely on a translator to communicate, though often tone alone — or “yes or no” ultimatums — are what carry meaning. Conversely, Suruli’s encounters with Sivadoss’s gang hinge on the nuances of their shared Tamil language and culture.Yet for the most part, bloody action dominates. A subplot concerning immigration law is vastly oversimplified, and Suruli’s arc to becoming a semi-good guy seems dubious in the wake of his unrelenting recklessness and brutality. Some moments feel fresh, but the movie’s patterns are familiar: scheme, slaughter, repeat.Jagame ThandhiramNot rated. In Tamil, with subtitles. Running time: 2 hours 37 minutes. Watch on Netflix. More

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    What’s on TV This Week: ‘Two Gods’ and ‘Conan’

    PBS airs a documentary about a New Jersey coffin maker and his mentees. And the final episode of “Conan” airs on TBS.MondayINDEPENDENT LENS: TWO GODS (2021) 10 p.m. on PBS (check local listings). Hanif, a coffin maker in Newark takes a pair of mentees under his wing in this admirable documentary from the filmmaker Zeshawn Ali. Through intimate black-and-white footage, the film delves into Hanif’s life, and the way that his guidance bolsters his young students. Ali does this with “a matter-of-fact compassion,” Nicolas Rapold wrote in his review for The New York Times. “He cuts efficiently without turning anyone into a case study.” More