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Tokischa, la nueva rebelde de la música latina

SANTO DOMINGO, República Dominicana — Era una tarde de mediados de marzo, aquí en la capital, y una multitud de cientos de asistentes al festival vestidos con alas de hada, pedrería y pintura facial de arcoíris comenzó a corear. “¡Po-po-la!”, gritaban, empleando la jerga local para referirse a la vagina. La escena parecía la invocación al líder de un culto, y la incendiaria dominicana Tokischa, una rapera conocida por sus letras impúdicas y sus colaboraciones de alto nivel, salió al escenario.

Durante la siguiente hora, la artista de 26 años habló de su bisexualidad, de los placeres carnales y de las drogas, todo acompañado de un ritmo estridente de dembow y trap. Esa noche llovía en el festival de la Isla de la Luz, el tipo de diluvio caribeño que llega en un abrir y cerrar de ojos. “¡Ay, pero yo me quiero mojar con ustedes!”, gritó, al salir de debajo del toldo del escenario y adentrarse en la multitud. Se desabrochó la blusa color azul, dejando al descubierto un sujetador cónico de satén color rosa intenso, y el público se volvió loco.

El suelo, antes cubierto de hierba, ahora era una pista de obstáculos con charcos de lodo. Al parecer a nadie le importaba. Los admiradores coreaban cada palabra, con voces roncas. Una mujer se subió a una valla metálica y perreó por encima de la multitud. Cuando terminó su actuación, Tokischa, radiante, se sacó la ropa interior de debajo de la minifalda y se la lanzó a una mujer del público.

Este es un pequeño ejemplo de la provocación que define a Tokischa Altagracia Peralta. Sus audaces letras, que se deleitan con la rebelión lingüística del argot dominicano y abrazan la euforia del sexo son, en su mayoría, impublicables. En “Tukuntazo”, se jacta de acostarse con otras mujeres junto con su hombre. En su himno “Yo no me voy acostar”, proclama: “Tengo pila ‘e Molly en la cabeza/ Tengo una amiguita que me besa”.

Josefina Santos para The New York Times

Tokischa colecciona escándalos como si fuesen recuerdos de vacaciones. El año pasado, se vio obligada a pagar una multa municipal y a pedir disculpas públicas después de publicar fotos subidas de tono delante de un mural de la Virgen de la Altagracia, la patrona de la República Dominicana. En otoño, se presentó a una entrega de premios con un disfraz de vagina de tamaño natural, vestida como un personaje al que llamó “Santa Popola”. En un artículo de opinión ahora borrado, un columnista del periódico dominicano La Información afirmó que sus letras explícitas “faltan el respeto de una población que lucha por conservar los valores de la familia”.

Sin embargo, también hay toda una generación de jóvenes dominicanos que se ven reflejados en el alegre rechazo que Tokischa despliega contra la respetabilidad. Para ellos, es una rebelde queer que ve la sexualidad de manera positiva, el tipo de figura cultural cuyas actuaciones apuntan a la liberación de las políticas opresivas y retrógradas.

En una calle apartada del Malecón, el paseo marítimo que rodea la costa de Santo Domingo, Tokischa reflexionó sobre su irreverente reputación. Días antes del festival, la rapera acababa de llegar a las oficinas de Paulus Music, la discográfica y el equipo creativo que está detrás de sus videos. Llevaba puestos unos pantalones para correr de color verde oliva y una camiseta a juego con una imagen conocida y que se ha usado incontablemente para memes: el GIF de Homero Simpson escondiéndose en un arbusto.

“Dicen muchas cosas de mí”, comentó. “Ah, que no es artista, que ella es loca, que es una drogadicta”, continuó. “Yo no me ofendo, porque yo soy clara de qué es lo que pasa conmigo. Yo sé quién es Tokischa, yo sé qué es lo que Tokischa está haciendo”.

John Parra/Telemundo and NBCU Photo Bank, vía Getty Images

Tokischa Altagracia Peralta nació en Los Frailes, un barrio obrero de Santo Domingo Este, pero tuvo una juventud itinerante. Sus padres se separaron y ella vivió con su madre hasta los 3 años. Cuando su madre se trasladó a Estados Unidos, Tokischa se mudó muchas veces, viviendo con tías, padrinos u otros familiares. Su padre fue encarcelado cuando ella era joven.

Tokischa es la primera en admitir que era revoltosa en la escuela. “Yo peleaba. Me encontraban chuleando. ¡Siempre alguien me encontraba chuleando!”, dijo riendo. Solía responderle a sus maestros, por lo que fue expulsada de varias escuelas y, con frecuencia, era castigada físicamente, agregó.

“Siempre era creativa”, recordó. “Dibujaba, escribía. Me trancaba en la habitación a verme en el espejo y actuar en el espejo”. Creció rodeada de géneros dominicanos como el merengue, el dembow y la bachata, pero cuando tenía 14 años descubrió todo un nuevo universo musical en línea con bandas como Pink Floyd y artistas como Bob Marley, Nicki Minaj, Rihanna.

“Vivía imaginando mi vida, imaginando lo que iba a ser”, relató. “No sabía en qué rama, pero sabía que sí iba ser gran artista”.

Josefina Santos para The New York Times

Cuando cumplió 18 años, una amiga la introdujo al sitio de anuncios clasificados Craigslist, y dijo que se convirtió en una sugar baby, que es como se le llama a una persona joven que acepta salir por mutuo acuerdo y con condiciones predefinidas con personas mayores que pueden ser hombres o mujeres; Tokischa recibía regalos de turistas sexuales estadounidenses mayores y adinerados. Uno de ellos le compró unas Puma Fenty, su primer par de zapatos deportivos. “Un tíguere tenía fotos montado en un camello”, dijo pícaramente sobre un hombre. “Yo dije: ‘¡Este tipo tiene cuartos!’”, refiriéndose a la jerga para el dinero.

Aunque se muestra juguetona cuando habla al respecto, a Tokischa no le gustaba ese trabajo, sobre todo cuando los clientes cruzaban las líneas del consentimiento. De ahí pasó a OnlyFans, la plataforma por suscripción en la que la gente puede cobrar por dar acceso a fotos y videos, y con el tiempo empezó a modelar y a incorporarse a la comunidad creativa de Santo Domingo. Aprendió a escribir y grabar música tras conocer a productores de la escena a través de su representante, Raymi Paulus. Rápidamente cultivó su estilo vocal, que ahora es su arma principal: un inconfundible gemido agudo y tímido que rezuma sexo y permite que sus endiablados y sensuales raps se pronuncien con precisión.

Su primer sencillo oficial fue “Pícala”, una canción de trap con Tivi Gunz que lanzó en 2018. Luego vino una serie de sencillos del estilo dembow, igualmente picantes: “Desacato escolar”, con Yomel El Meloso; “El rey de la popola”, con Rochy RD; y “Yo no me voy a acostar”, del año pasado, entre muchos otros.

Las grandes discográficas no tardaron en llegar: el verano pasado, lanzó “Perra” con la estrella colombiana del reguetón J Balvin. Luego vino “Linda” y, más recientemente, “La combi Versace”, ambos con la estrella española Rosalía. En marzo, terminó su primera gira por Estados Unidos, al agotar las entradas de la Terminal 5 de Nueva York en 30 minutos. A finales de mes publicará un sencillo con el productor de EDM Marshmello y tiene previsto grabar un álbum completo en los próximos dos años.

“Ella es diferente de lo que la gente ve, o sea, ella es muy profesional, muy disciplinada”, dice LeoRD, el superproductor de dembow que ha colaborado con Tokischa en varias canciones. Durante una llamada telefónica, dijo que su ascenso no tiene precedentes en el mundo del dembow. “En tan poco tiempo, con tan pocas canciones, he visto la evolución de ella que ha ido a millón”.

Josefina Santos para The New York Times

El rápido ascenso de Tokischa ha sido polarizador. Para algunos, es una desviada sexual que pone en peligro a los niños, o una víctima del abandono y las circunstancias difíciles. Para otros, es una mujer que se cosifica a sí misma y que solo satisface las fantasías masculinas. Y para otros, es una feminista intrépida cuyo espíritu insurgente está abriendo camino. El verano pasado, actuó en Santo Domingo en el desfile del orgullo gay dominicano y presentó a mujeres trans como extras y bailarinas en el video de “Linda”, lo que atrajo elogios de toda la comunidad LGBTQ. El blog de belleza Byrdie escribió que ella se “aleja de manera activa de la mirada masculina y hacia la liberación femenina”, y lo hace en una industria de la música latina que a menudo favorece a los artistas blancos.

Sin embargo, no todo ha sido color de rosa. En otoño pasado, las activistas feministas y el vicepresidente de Colombia condenaron la representación de las mujeres negras en el video de “Perra”, la canción de Tokischa y J Balvin, donde las mujeres negras estaban caracterizadas como perros, y Balvin, un colombiano blanco, caminaba con una actriz que andaba a cuatro patas con una cadena alrededor de su cuello.

Después de que se eliminara el video de YouTube, Balvin emitió una disculpa. Luego, Tokischa le dijo a Rolling Stone que realmente lamentaba “que la gente se haya sentido ofendida”, pero que la puesta en escena era conceptual y estaba destinada a ilustrar las metáforas de la canción. “Estábamos en RD [República Dominicana]; allá toditos somos morenos”, dijo sobre las críticas del video en una entrevista para un pódcast en diciembre. “No fue que nosotros fuimos a África, ni a los Estados Unidos para buscar esas mujeres”. Como era de esperarse, el comentario suscitó críticas de algunos fanáticos en Twitter que creían que estaba desestimando las preocupaciones válidas sobre la representación de las mujeres negras como animales.

La reacción muestra cómo los fanáticos demandan cada vez más que las estrellas pop sean progresistas, en especial las figuras vanguardistas como Tokischa. “Desde el primer día que empecé hacer musica, yo dije: ‘Voy a hablar mi verdad’”, dijo. En una entrevista de radio que concedió el año pasado, lo dijo de una manera diferente: “Yo solo hablo de mí. De mi vivencia. Yo no me siento responsable de arreglar la sociedad”.

Tokischa sigue siendo una agitadora, y resulta necesaria. “No tener miedo de expresar mi sexualidad, mi pensamientos, es como algo bonito”, aseguró. “Hay mucha gente que tiene miedo de decir lo que son, porque los botan de su casa, los botan del trabajo, pierden amistades. Pero tú no estás mal. Tú estás haciendo lo que tu corazón te dice”.

“Yo tengo mucho más mensajes que dar”, continuó. “Pero es el momento de este mensaje, y yo me lo disfruto”.

Isabelia Herrera es crítica de arte del programa de becarios del Times. Da cobertura a la cultura popular, con especial atención a la música latinoamericana y estadounidense. Antes fue editora colaboradora en Pitchfork y ha escrito para Rolling Stone, Billboard, GQ, NPR y más. @jabladoraaa


Source: Music - nytimes.com


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